domingo, octubre 25, 2009

Roma: Sede política de un Imperio.-






Roma era la sede de los emperadores, la corte y la administración y además, la residencia de cerca de un millón de personas. Era, esencialmente, una ciudad parásita. Una ciudad que se alimentaba del potencial humano y la riqueza de Italia y de las numerosas provincias que constituían el imperio romano. El crecimiento fue espectacular, quintuplicándose la población en dos siglos, con altos niveles de inmigración y movimientos de esclavos de las provincias. Las distribuciones de grano y las costosas obras públicas fueron financiadas con impuestos imperiales y rentas de propiedades públicas arrancadas de los territorios de otros estados. Esta situación privilegiada duró hasta finalizar el siglo III, momento en que Diocleciano introdujo una administración pública en Italia y creó impuestos sobre la propiedad. Solo de forma lenta y a regañadientes abrió la elite romana e italiana sus filas a los provincianos, a la vez que siguió siendo muy selectiva en los campos donde les permitía estar representados. Hasta finales del siglo I, únicamente entraron en el senado provincianos occidentales de lengua latina y a partir de ahí y gradualmente, individuos de habla griega. La literatura de la época, que fue creada por los portavoces de la elite política y cultural del imperio, revela actitudes que ayudan a explicar la ausencia de hombres del norte en los altos cargos, así como la orientación Mediterránea del imperio durante la totalidad del período imperial.

Recorrer las calles de Roma es como estar dentro de una gran enciclopedia histórica, y a diario, sorprendentemente, uno se enfrenta a cotidianeidades que lo hacen revivir los tiempos del imperio, y al final, comprender algunas cuestiones del hoy.

No hay comentarios: