Viena, la capital austríaca, cuenta con un importante pasado imperial, que se deja ver en sus calles, museos y palacios. Edificios barrocos por doquier, entre ellos el palacio del Belvedere, con la mayor colección del mundo de arte barroco, con numerosas obras de Gustav Klimt como El beso de 1908. El Belvedere fue la residencia de verano del príncipe Eugenio de Saboya, célebre mariscal y amante del arte, y estuvo diseñada en el siglo XVIII por el famoso arquitecto barroco Johann Lukas von Hildebrandt. Los palacios, con sus extensos jardines, están considerados como uno de los mejores ejemplos de barroco del mundo. Luego de una deriva barroca por el centro de la ciudad y tras una "larga" noche de camping nos decidimos a hacer un tour vienés en camioneta en busca de obras contemporáneas. Tras los vestigios citadinos de la secesión vienesa y la monumentalidad cuantitativa del barroco austríaco nos fue difícil deslumbrarnos con la contemporaneidad aquel martes largo. La siesta era inevitable.
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